¿INFIDELIDAD CIBERNÉTICA?

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La infidelidad no es ninguna novedad. Ha ocurrido desde tiempos inmemoriales. Se ha documentado de mil maneras y se ha tratado de justificar, castigar, limitar y ocultar de otras mil y un maneras. Sin embargo, la tecnología moderna ha venido, no a redefinir sino a permear un aspecto más de la vida; las relaciones de pareja.
Cada día que transcurre y que Facebook, Pinterest, Twitter y otras redes sociales se vuelven parte de nuestra vida diaria, se escuchan más y más historias acerca de personas de todas las edades que se enfrentan a la infidelidad de su pareja o a la tentación de ser infieles debido a las interacciones que surgen con usuarios de dichas redes. Desde antiguas amistades, ex novios que regresan en plan de “amigos”, compañeros de escuela, hasta personas totalmente ajenas al círculo social y que –sorprendentemente-podrían vivir a miles de kilómetros de distancia. 
Es innegable que la tecnología y la conectividad que esta ofrece, han abierto la puerta a millones de posibilidades para mejorar las relaciones. La gente puede viajar y seguir en contacto, compartir fotografías en segundos, narrar su día a día y enviar videos en unos cuantos minutos. Pero, mientras las ventajas son claras, también lo son los nuevos retos que plantean. Los porcentajes de infidelidad, las personas que espían a sus parejas obsesivamente a través de las redes, quienes buscan conseguir nombres de usuarios y passwords para validar sus relaciones van en aumento exponencial. Todo tipo de enfoques son abordados para intentar solucionar el problema, desde el suspender por completo el uso de redes sociales –solución que para muchos es poco realista y altamente invasiva- pasando por la opción de dar cierto control a la pareja sobre quiénes pueden ser “ciber amigos” y quienes no, hasta la opción de –sorpresa- simplemente confiar en la pareja.
Pero más allá de la manera en que se lidia con la posibilidad de las infidelidades en las redes, lo que muchos se preguntan es ¿qué se considera “infidelidad cibernética”? Lo único que es un hecho es que, aunque no existe un consenso o una serie de características que definan la infidelidad a través de las redes sociales, si existen puntos importantes que son señales de que hay una infidelidad, al menos, de naturaleza emocional. 
¿Alguna vez te has preguntado si has sido o te han sido infiel a través de las redes sociales? Considera éstos puntos:
• ¿Sigues constantemente las actualizaciones de una persona a través de alguna red social?
• ¿Tienes conversaciones emocionales con dicha persona y, lo que compartes comienza a ser más íntimo y constante de aquello que compartes con tu pareja?
• ¿Confías más en tu amigo en línea que en tu pareja?
• ¿Guardas fotos de dicha persona?
Facebook y otras redes sociales son altamente adictivos ya que proporcionan una gratificación instantánea, lo cual estimula los centros de placer del cerebro. Esto hace que las personas que se sienten atraídas por alguien y lo tengan como contacto en alguna de las redes sociales, busquen constantemente la gratificación al saber de ese individuo. Además, gracias al alto nivel de personalización de los perfiles, todos somos capaces de seleccionar las mejores imágenes, mejores frases, mejores palabras y crear una imagen que, quizás, no se apegue a la realidad o que incluso, sea opuesta. Esta posibilidad de filtrar, de construir y reconstruir nuestras identidades permite tener una ventaja lógica pero absurda sobre las personas e carne y hueso con quienes conviven las víctimas de la tentación cibernética. En la vida real, los filtros no son tan eficientes como en la “realidad” del ciberespacio.
Lo que es más que claro es que la tecnología y su avance en nuestra vida diaria no parecen mostrar signos de desaceleración, Cada día que pasa dedicamos más tiempo de nuestras vidas a la tecnología, los gadgets y la interacción a través de estos medios. Por lo tanto queda la interrogante ¿hay alguna manera de poner un escudo contra las infidelidades de esta naturaleza? ¿De qué manera se puede lidiar con ellas?
En mi opinión, a pesar de que las ciber- infidelidades podrían parecer algo relativamente nuevo para todos, en realidad no lo son. El campo de juego cambia, pero el juego y sus variables son los mismos que antes.
La confianza o desconfianza en una pareja no debe basarse en que tengan o no un perfil en redes sociales. Tampoco es algo saludable pretender tomar control de su actividad en línea. El comportamiento en línea, a pesar del tempo que se dedique a las actividades en internet, es más un reflejo de la realidad del individuo y su vida que el origen de esta. 

Si te encuentras en una situación compleja en la que existe una atracción hacia una persona a través de las redes piensa que, como en la vida cotidiana, nuestra infidelidad en el ciberespacio se lleva a cabo si:
Existe una atracción
Existe un esfuerzo constante y mutuo por mantenerse en contacto.
Surge intimidad emocional que podría traducirse a lo físico en ciertas circunstancias.
Si este es tu caso, medita, reflexiona y reevalúa tus decisiones y prioridades.

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