Los 'cachos' virtuales duelen tanto como los reales


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María Camila, ingeniera de 30 años, estaba en la casa de su novio, no tenía su computador y necesitaba revisar unos correos electrónicos, por lo que usó el de él. Y mientras él dormía, entró a Facebook. Sin embargo, terminó en el de su pareja, que no había cerrado sesión.
En vez de salirse, le ganó la curiosidad. “No aguanté –cuenta María Camila– y revisé los mensajes. Me llamó la atención el tercero, lo abrí y casi me muero. Eran mensajes muy morbosos con una vieja que yo no conocía; eran bastantes, y se hablaban desde hacía rato”.
Esa noche lloró, pero decidió no enfrentar la situación. “Lo único que hice fue decirle que si algún día le daban ganas de ponerme los ‘cachos’, que por favor me terminara. A la semana no aguanté, estaba muy triste y nerviosa, así que le conté”.
El novio se molestó al comienzo, y luego le dijo que se trataba de un juego que usaba para excitarse y que nunca se había visto con esa mujer. “Sin embargo –dice ella–, me sentía traicionada y decidí terminar la relación. Para mí fue una falta de respeto”.
Desde que existe Internet, y sobre todo las redes sociales, hay dos creencias respecto a situaciones como esta. La primera argumenta que, si es virtual, la infidelidad no existe; y la otra, que duele menos que la infidelidad física. Un estudio de la Universidad de Texas, no obstante, aceptó, no solo que la infidelidad cibernética existe, sino también que duele igual que la física.
Las investigadoras Jaclyn Cravens y Kaitlin Leckie usaron los datos del portal Facebook Cheating para determinar el efecto de la infidelidad on-line. Durante su trabajo, en la maestría de Terapia de Matrimonio y Familia, Cravens descubrió que muchos problemas se originaban en la infidelidad cibernética como resultado del uso creciente de las redes sociales. Encontraron que muchas personas con relaciones monógamas intercambiaban mensajes sugestivos con otras personas en las redes sociales. Y que estos descubrimientos tenían un fuerte impacto emocional.
El psiquiatra y psicoanalista Ricardo Aponte dice que “antes de lo virtual existía la idea de que si la pareja pensaba en otro eso podía ser infidelidad. Y la red puso tangible la opción de ser infieles con la mente”.
“Estos contactos por medio de mensajes en una red social –agrega el psicólogo y sexólogo Laurent Marchal– pueden incitar una respuesta neurofisiológica de excitación y enamoramiento, que se presentan cuando hay un encuentro físico”. Por lo que apoya la idea de que la infidelidad virtual duele tanto como la física. “Implica un patrón de comportamiento donde hay engaños y se comienzan a ocultar acciones y datos. Eso crea una inestabilidad en la vida de pareja, igual que en la infidelidad física”.
No quiere decir esto que una persona que sea infiel en el mundo virtual lo vaya a ser en el mundo real, concluye Aponte: “Esto es un poco como las drogas: ¿será que la marihuana abre la puerta para que las personas consumas otras? Pues para muchas sí, pero para otras no. Esto depende de cada persona y es un proceso de conocimiento personal”.
‘A llamar las cosas por su nombre’
El psiquiatra y psicoanalista Ricardo Aponte piensa que cada persona sabe en qué se está metiendo: “Creo que hay que dejar de jugar con las palabras y saber realmente qué se está pretendiendo con lo que hace –dice–. Como muchas cosas en la vida, uno como persona sabe la intención de la acción. En este caso, sabrá si está buscando a alguien más por fuera de su relación, o si se trata de un accidente o un juego; debe saber eso sí, que todo juego es peligroso”.
Engaño cibernético, en cinco pasos
Los investigadores idearon un modelo con cinco pasos, a partir de los hallazgos de su trabajo:
Señales de advertencia: se inicia con una corazonada o por comportamientos sospechosos de su pareja en Internet (aumento de contraseñas, limpieza constante del historial).
Descubrimiento de la infidelidad: la persona investiga con base en los hallazgos y encuentra que le han mentido.
Valoración de los daños: el individuo decide si lo que descubrió fue un irrespeto a la relación o no.
Actuación sobre la evaluación: algunos enfrentan a la pareja, mientras que otros se dan cuenta de que las pruebas no son suficientes y dejan todo así.
Actuación sobre la relación: algunos terminan la relación porque su confianza fue violentada. Otros continúan, pero monitorean a su pareja.
Los autores dicen que el paso que más cuesta es la valoración de los daños.
Las lógicas cambiaron
Las redes sociales han cambiado la lógica de entender las relaciones. La investigadora Jaclyn Cravens explica que “decimos que una relación es ‘oficial’ cuando la anunciamos en Facebook”.
Por ello se recomienda que las parejas hablen del comportamiento que van a tener en Internet y las redes sociales. El psicólogo Laurent Marchal explica que “se debe dejar claro qué está permitido y qué no. Es mejor sentar las reglas del juego. Pero nadie se toma el tiempo de hacerlo, y cuando se presentan este tipo de situaciones no saben cómo reaccionar”.

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