La infidelidad como síntoma de que algo está mal en la pareja



Sin duda para muchas parejas, la infidelidad es una de las mayores crisis emocionales a enfrentar. Llegan en automático distintas preguntas a responder: ¿Desde hace cuando existe la infidelidad? ¿Qué fue lo que originó esta situación? ¿Podremos seguir adelante? ¿Volveré a confiar en mi pareja?

La infidelidad representa un síntoma, una especie de bandera roja con la que se pretende llamar la atención y hacer notorias las deficiencias de una relación. Investigaciones sobre la relación marital a lo largo de 8 años en la Universidad de Scranton Pensilvania (2015) muestran como el 90% de los casos, la causa de la infidelidad reside en la relación misma más que en la personalidad de la pareja.

Es poco común que uno de los miembros de la pareja se transforme en una persona infiel de la noche a la mañana. Sin embargo la infidelidad brota cuando dentro de una convivencia sentimental se dan por hecho muchos detalles hacia el otro y se deja de hacer lo de antes. Es así como empieza a acumularse una serie de negatividad y llegan a lamentarse de haberse unido a “esa persona” y creen que merecen algo mejor que lo que tienen en ese momento.

El debilitamiento de la intimidad emocional de una pareja provoca la infidelidad: El reconocido profesor John Gottman en el campo de psicología muestra que la acumulación de incidentes lamentables no resueltos, el surgimiento de la hostilidad y negatividad en la convivencia, la aparición de la desconfianza y una falta de empatía en la relación son factores que llevan a su desgaste y deterioro.

Para todos los lectores de Actitudfem que quieren profundizar en estos cuatro factores que predicen con mayor facilidad el síntoma de la infidelidad les compartimos lo siguiente:

Incidentes no resueltos


Es común escuchar a distintas pareja dentro del consultorio decir: “no nos entendemos,” “nunca podemos hablar”… en fin. Si se tiene la capacidad dentro de la relación para poder expresar un aspecto en el que la persona no se siente feliz, y la pareja está dispuesta a mostrarse comprensiva y hacer un esfuerzo, la situación mejorará notablemente.

El hecho de no sentirse escuchado, de siempre sentirse señalado, es causa de mucha frustración. No saber resolverlo en pareja lleva a la mentira, a guardarse las cosas, a aplazar por mucho tiempo lo que uno no quiere enfrentar y a poder buscar fuera del matrimonio alguien con quien sí sentirse escuchado y en comunicación.

Una de las conductas características de las parejas que mantienen una relación estable y de larga duración es que tienen una ventana abierta para comunicarse entre sí y al mismo tiempo muros que protegen la intimidad de las intromisiones del mundo exterior.




Hostilidad y negatividad


La relación de pareja tiene como fin dar y no tomar. ¿Qué pasa cuando las parejas siempre están a la defensiva? ¿En qué momento la crítica, el control y el señalamiento se convierten en el motor principal de la relación?

Cuando una relación se encuentra operando bajo el rol de la negatividad todo el panorama de la pareja será poco suficiente, amenazador y agresivo. Ejemplo, dichos como: “Todo lo que hace mi pareja es para enfadarme”. “No le importo en lo absoluto”. “Es sumamente egoísta”.

Es aquí cuando uno empieza a idealizar a distintas ex parejas, fantaseando cómo hubiera sido el matrimonio con alguien más. Cuanto más les aprisione la negatividad y hostilidad, mayor incremento de infelicidad en la relación.

En contraste, cuando la pareja opera bajo el rol de la positividad, ambos empiezan a valorarse cada vez más el uno al otro y dan gracias al destino por las cualidades positivas que aprecian. Al mismo tiempo tienden a minimizar los rasgos negativos de su pareja. Ej: “A pesar de que mi pareja es muy enojona siempre está al pendiente de mí”.

Desconfianza


Cuando la pareja deja de confiar el uno en el otro, automáticamente empiezan a guardarse secretos y a decir mentiras en determinadas cosas. El silencio puede instalarse y ya no sabrán ni cómo decirse las cosas. Empiezan a ocultar situaciones para ya no pelear y así en paralelo formar una vida aparte de su matrimonio.

Ambos saben que enfrentar su verdadera situación de pareja los llevará como siempre a discutir invariablemente. Exponer “la punta del iceberg” del problema y no ver ni tocar a fondo el dolor y la herida que nunca ha podido sanar, conlleva siempre a un estancamiento y deterioro de la relación.

El no confiar en la persona afectivamente bloquea los sentimientos de apoyo y de amor. Con la desconfianza, la distancia emocional crece y el distanciamiento físico llega por sí mismo.






Falta de empatía


¿Cuándo fue la última vez que te sentiste entendido por tu pareja? ¿Cuándo rieron y se divirtieron en una complicidad? Efectivamente las relaciones maritales que se descuidan en el tiempo van enfriándose y perdiendo el sentido de saber compartir, poder reír, expresar y aprender a vivir en pareja. La relación de pareja se fortalece al compartir, al reír, al dialogar.

La falta de empatía y de comprensión en una relación conduce a un profundo rechazo. El psicólogo Dolesh (2016), afirma que la causa principal de la infidelidad matrimonial es la soledad que la persona empieza a sentir debido a la escaza empatía y convivencia intima. La gente se siente sola cuando no tiene con quien compartir los acontecimientos importantes y cotidianos de su vida.

La pareja no es un lugar donde quedar atrapado, sino un camino del desarrollo de ambos; un camino profundo, y quizás riesgoso; es un aprendizaje y un arte genuino para siempre tratar de encontrar y buscar el bien en uno mismo y el otro.

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