Los siete pecados capitales que tú DEBES cometer en tu matrimonio

  • Nuestra cultura occidental en buena media se conforma en la Edad Media. En ella el demonio es visto como el proveedor de los placeres y los excesos y, por lo mismo se le temía, como origen mismo de cualquier castigo, y se le deseaba como dador del placer. Luego, desde que en Alemania surgió el doctor Fausto, se le vio al demonio como a un ángel (caído) con el que se puede negociar: en la imaginería medieval -porque ese concepto no está en la Biblia- se le pueden comprar favores con altos intereses: el precio de lo que cuesta un alma.
    Bien mirado, la época justificaba ese deseo: en una época en que había tan pocos placeres, imagino que la gente daría lo poco que tuviera por tener un poco de goce corporal. Y entonces surge la idea de que "El Mal" son los placeres, la liviandad de los sentidos.
    Antes de la Edad Media no era así. Entre los griegos, lo más cercano que había al pecado, era llamado "la hybris". Es decir, establecían que nada: el placer, las aspiraciones, el poder, la riqueza, la comodidad, eran malos en sí mismos, en tanto no fueran más allá de una medida razonable. Todas las tragedias griegas (y, estoy seguro, todas las tragedias que has visto en tu vida diaria entre tus conocidos) tienen que ver con la hybris humana: si lo piensas bien, incluso en las grandes adversidades de la vida, sin exceso no hay tragedia.
    Por lo mismo, te invito a repasar conmigo lo que son llamados "los siete pecados capitales" y, quitándoles el aspecto negativo, verás que son siete cosas que tienes que hacer con tu cónyuge:
  • 1. La soberbia y la autoestima

    Sí, el orgullo y la soberbia son tan desagradables, como destructivos. Pero si le quitamos el lado negativo, en su origen está la autoestima. Te invito a detener un momento el ritmo acelerado de tu vida, y a contemplar a tu pareja. ¿Estás nutriendo su autoestima? Te invito a que hagas tres cosas hoy: 1. Llega a tu casa, y agradece a tu cónyuge lo que hace por ti. Sé tan específico como puedas. 2. Obsérvala detenidamente, y menciona algo por lo que ella se ve muy guapa hoy. 3. Elógiala por algún logro que ella tuvo recientemente.

  • 2. La avaricia y el ahorro

    Ambas parten de un principio: prever para el futuro. No por ti, sino por tu esposa, por tus hijos, haz del ahorro un valor en tu vida. Si puedes, incluso cuando implique un sacrificio, contrata un seguro de vida. Una vez que inicias, ahorrar es muy fácil.

  • 3. La envidia y la individualidad

    La envidia consiste en no querer compartir, en querer todo para uno mismo. Permíteme citar parte de un versículo: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio..." (Juan 3:16). Cuando amas, buscas dar. Y lo mejor que puedes darle a tu agobiada esposa es un poco de descanso. Mi consejo es que te hagas cargo de los niños y la casa al menos una tarde a la semana. Dale tiempo y espacio, y verás cómo ella se llena de vida.
  • 4. La ira y el desacuerdo

    Todos alguna vez hemos tenido diferencias en el matrimonio. Con todo, el esposo sabio logra que esas diferencias no se vuelvan pleitos, o generen un eco que dura días enteros. Sí, hay cosas que pueden ser muy molestas, pero si aprendes a discutir sin pelear, incluso esas diferencias fortalecerán tu matrimonio.

  • 5. La lujuria y las relaciones íntimas

    Las relaciones íntimas entre esposo y esposa son hermosas y sagradas. Éstas son ordenadas por Dios tanto para procrear hijos, como una de las más sublimes y deliciosas expresiones de amor dentro del matrimonio.Busca complacer y disfrutar de este tiempo con tu pareja. Evita la autogratificación y, por encima de todo, busca serle siempre fiel a tu pareja no solo de hecho, sino en tus pensamientos y sentimientos.
  • 6. La gula y la comida familiar

    En esta vida pocas cosas pueden ser más placenteras que una buena comida, ¿pero sabes qué he descubierto? Que el tener al menos una comida familiar en el día, es una fuente de unión y amor en la familia. Les da estabilidad psicológica a tus hijos, es un momento de comunicación, de instrucción, de gran unión familiar. Da estructura y genera un ambiente de paz y gratitud en el hogar.

  • 7. La pereza y el descanso

    El que se da el lujo de ser perezoso, sin darse cuenta decide ser pobre. Pero la verdad es que en este siglo tan ajetreado casi todos tendemos a ser "workaholics". Disciplínate para descansar lo necesario. Disciplínate para que el trabajo no se vuelva el centro de tu vida y con ello tu relación de pareja tenga un estrés innecesario.
    No hace mucho tuve la oportunidad de escuchar un discurso que dio el doctor en letras Henry B. Eyring. Allí él animaba a que absolutamente todo lo que hagamos, debería tener como enfoque y propósito fortalecer el matrimonio. Él animaba a los esposos a que cualquier decisión importante en nuestra vida, debería basarse en el efecto que dicha decisión tendría en la familia. Lo cual tiene mucho sentido. ¿Tienes tú, como esposo, un tesoro más grande que tu familia? ¿Hay algo o alguien que debería ser más importante que tu esposa? Sinceramente, no lo creo. Y te aseguro que si vives mi versión de los siete no-pecados capitales, tu matrimonio será mucho, mucho más feliz.

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