El divorcio y los hijos adolescentes.


El divorcio puede causarles mucho daño a los hijos, sin importar su edad. Hay quienes opinan que los adolescentes salen mejor librados, pues son más maduros y, al fin y al cabo, ya están en el proceso de independizarse de sus padres. Sin embargo, los especialistas consideran que sucede justo lo contrario, que precisamente por esos factores, los adolescentes son los más vulnerables. Piense en lo siguiente:
 A medida que se abren camino hacia la vida adulta, los adolescentes se sienten muy inseguros, incluso más que cuando eran niños. No se deje engañar por su aparente afán de independencia; a esa edad necesitan más que nunca la estabilidad familiar.
 Justamente en una etapa de la vida en que los adolescentes están aprendiendo a entablar amistades sólidas, el divorcio les enseña a ser escépticos ante valores como la confianza, la lealtad y el amor. Por ello es posible que de adultos eviten todo tipo de relación estrecha.
 Es común que los hijos, prescindiendo de la edad, demuestren su dolor de alguna manera. Pero en el caso de los adolescentes, el problema es que tienden a hacerlo recurriendo a la delincuencia, la bebida, las drogas u otras conductas de riesgo.
Esto no significa que los adolescentes cuyos padres se divorcian estén condenados a sufrir problemas emocionales o de otro tipo. Pueden convertirse en adultos estables, especialmente si mantienen contacto con ambos padres.  Ahora bien, es ingenuo pensar que, como dicen algunos, el divorcio siempre será lo mejor para los hijos o que acabará con toda la tensión que existe entre los cónyuges. A veces se tiene que tratar más con el cónyuge “intolerable” después del divorcio que antes, y las cuestiones son más polémicas, pues tienen que ver, entre otras cosas, con la manutención o la custodia de los hijos. En esos casos, el divorcio no elimina los problemas familiares, solo los transforma.

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